Como cualquier cambio radical en la historia de la humanidad, la penetración de la Inteligencia Artificial en el mundo laboral se trata de un asunto que genera controversia, miedo y rechazo a partes iguales en la sociedad. Sin embargo, y pese a que las compañías y gobiernos deberán acometer un profundo cambio técnico, formativo y de mentalidad, ni la IA es nuestra enemiga ni sembrará el caos y el desempleo si se usa para mejorar la calidad de vida global, monitorizar tareas mecánicas y repetitivas o potenciar otras tipologías de talento.