Las nuevas CPU y GPU están optimizadas para Windows 11, lo que se traduce en un rendimiento superior, tiempos de carga más rápidos y gráficos avanzados en los juegos actuales.
Con el anuncio del fin del soporte gratuito para Windows 10 programado para el 14 de octubre de 2025, Microsoft ha marcado un punto de inflexión para millones de usuarios. Especialmente para los gamers, esta fecha no es solo una formalidad, sino una advertencia clara: es hora de actualizar.
Desde el rendimiento y la seguridad hasta la compatibilidad con nuevas tecnologías, Windows 11 emerge como el entorno ideal para el gaming del presente y el futuro.
Muchos usuarios subestiman lo que significa el fin del soporte. La ausencia de actualizaciones no solo deja al sistema vulnerable ante nuevas amenazas, sino que también limita la compatibilidad con herramientas clave en el ecosistema gamer.
Las plataformas de juegos como Steam y Epic Games Store ya han comenzado a eliminar gradualmente el soporte para versiones antiguas de Windows, lo que impacta directamente en los parches de rendimiento, nuevos lanzamientos y herramientas antitrampas que exigen los más altos estándares de seguridad.
Además, continuar en Windows 10 implicará que los juegos en línea se conviertan en un blanco fácil para los ciberdelincuentes. Datos personales, cuentas vinculadas con dinero real y progreso dentro de los títulos pueden quedar expuestos.
“El sistema operativo no es solo una plataforma, sino una parte fundamental de la ecuación de desempeño de los juegos”, asegura Acer.
Las CPU y GPU actuales no solo requieren potencia física; necesitan un entorno que sepa aprovechar esa potencia. Windows 11 incorpora compatibilidad nativa con tecnologías como DirectX 12 Ultimate, que permite habilitar funciones gráficas avanzadas como trazado de rayos y sombreadores de malla.
A su vez, el sistema operativo está diseñado para trabajar de forma más eficiente con procesadores híbridos, como los de última generación de Intel, mediante el uso del Thread Director, algo que Windows 10 no puede replicar.
Además, la compatibilidad de los controladores con Windows 10 ya tiene los días contados. Históricamente, tanto AMD como Nvidia abandonan el soporte activo para sistemas operativos obsoletos dentro del año posterior al fin de soporte oficial de Microsoft.
En el mundo del gaming actual, donde las cuentas pueden valer cientos o miles de dólares y donde proliferan los sistemas antitrampas a nivel del núcleo, la seguridad se vuelve prioritaria.
Windows 11 exige TPM 2.0 y Secure Boot, tecnologías que blindan las credenciales del usuario, tarjetas de crédito y archivos sensibles. Además, muchos de los sistemas antitrampas modernos —como los utilizados en Valorant o Call of Duty: Warzone— ya dependen de capas de seguridad solo presentes en Windows 11.
Ignorar estas funciones implica arriesgarse a caer en partidas repletas de trampas, exposiciones de datos y accesos no autorizados a cuentas que pueden contener años de progreso.
Windows 11 no solo mejora lo existente, sino que introduce novedades que transforman la experiencia de juego. Una de las más destacadas es DirectStorage, que permite que los datos pasen del SSD NVMe directamente a la GPU, reduciendo significativamente los tiempos de carga en juegos de mundo abierto.
Otra función clave es Auto HDR, que mejora automáticamente los títulos antiguos (DirectX 11 y 12) aplicando iluminación de alto rango dinámico, sin necesidad de mods ni configuraciones adicionales.
Todo esto se complementa con un rediseñado Modo Juego, que optimiza el uso de recursos del sistema y reduce las interrupciones en segundo plano, garantizando una experiencia más fluida.
Windows 11 mejora sustancialmente la integración con Xbox Game Pass, la plataforma de juegos por suscripción de Microsoft. Desde una aplicación Xbox más rápida y confiable hasta la posibilidad de hacer streaming vía Xbox Cloud Gaming, el sistema permite a los usuarios explorar una biblioteca inmensa de títulos sin depender del almacenamiento físico.
A esto se suma una Xbox Game Bar más funcional, que permite acceder a métricas, grabar clips, controlar música o participar en chats de voz sin salir del juego. Todo integrado de forma nativa, algo que Windows 10 solo ofrece de manera limitada.
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