El sistema de cadena de bloques abre un nuevo espectro en los procesos electorales, con promesas atractivas y varios desafíos para resolver. ¿Será la llave para la tecnologización del voto?
Detrás de algunas de las tendencias tecnológicas de 2021 (las criptomonedas en alza, los NFT que se venden por millones, y los juegos play-to-earn que compensan con activos, entre otras) aparece un denominador común: el blockchain. Ese método podría trascender aquellas escenas y ser la llave para la definitiva tecnologización de los procesos electorales, al tiempo que nuestras PASO 2021 aún ponen en manos de los votantes sobres y boletas de papel.
El blockchain (en español “cadena de bloques”; de allí las representaciones gráficas con eslabones) es una estructura matemática diseñada para el almacenamiento de datos de un modo imposible de modificar, falsificar, eliminar o perder; esa es la promesa. No es tangible y su esencia es descentralizada: podemos compararlo con un gran documento electrónico que se comparte entre usuarios, sin intermediarios.
La ausencia de mediadores, medular en este sistema, se comprende con el uso más conocido del blockchain: las operaciones con monedas virtuales, por ejemplo el bitcoin. La cadena de bloques permite que las partes involucradas (se las conoce como “nodos”) sean parte de un registro en el que no hay intermediarios. En cambio, cuando a la vieja usanza X le transfiere dinero a Y, hay una entidad bancaria que tercia y de ella depende el movimiento.
Entonces, podemos resumir a esa tecnología en cinco claves:
Aquel ámbito, el de las criptomonedas, podría ser el trampolín que impulse a esta tecnología hacia otras áreas, entre ellas la educación y la salud. ¿También meterá el hocico en los procesos electorales? En vista de las primeras experiencias, ¿le da el cuero para hacerlo en forma generalizada y confirmarse como la evolución del voto electrónico?
La intersección no es una mera promesa, mucho menos una quimera de un grupo de geeks. En septiembre del año pasado, en las elecciones parlamentarias rusas se registraron cerca de 30.000 votos en la blockchain. De acuerdo al sitio Cointelegraph aquel fue, hasta el momento, el caso más grande de una votación basada en cadena de bloques que, además, se desarrolló sin inconvenientes. Ese proceso electoral llevó a cabo en dos regiones de Rusia, Kursk y Yaroslavl, que reúnen a casi 2.5 millones de habitantes a los que se les dio la posibilidad de votar en forma presencial o en línea. Otro caso fue exitoso aunque pequeño: una votación comunitaria en la provincia Gyeonggi-do, en Corea del Sur.
Hay más: hacia 2018 se utilizó el sistema es Zug, Suiza, en el marco de una votación municipal de prueba con resultados no vinculantes. Japón también trabaja para la implementación de votos con blockchain, con un testeo en la ciudad de Tsukuba. El Centro Nacional de Tecnología Electrónica e Informática de Tailandia desarrolló tecnologías para sumarse a esa modalidad; y en Estados Unidos se usó el sistema en las elecciones legislativas de 2018 en Virginia Occidental, aunque sólo entre 150 militares que residían en el extranjero.
“Blockchain se está utilizando en todo, desde la atención médica hasta el transporte. Esto no es moda, es la ola del futuro”, dijo en la ocasión el secretario de Estado de Virginia Occidental, Mac Warner.
Siguiendo un repaso del sitio Diario Jurídico publicado en la previa de las elecciones para la Asamblea de Madrid de este año, “el uso de esta tecnología contaría con otros beneficios como fomentar la participación al poder hacerlo desde una multiplicidad de dispositivos; eliminar el voto por correo de residentes ausentes e, incluso, prescindir del coste de impresión de las papeletas electorales”.
Para avanzar en este mecanismo la autoridad electoral debe implementar una cadena de bloques acode a las necesidades a la votación. Luego debe crear un token que sirva para reflejar los votos dentro del blockchain, que además debe estar asociado a un certificado electrónico.
¿Qué debería hacer el votante? En primera instancia registrarse en una plataforma creada para el proceso electoral. Luego emitir su voto, que quedará allí registrado y será inmutable.
¿El blockchain es 100% eficiente cuando se aplica a un proceso electoral? Pablo Sarrias Bandrés, director de tecnología en la firma Minsait, explica que si bien esa tecnología reviste una serie de beneficios lo hace a costa de procesos que son intensivos, lentos y costosos. “Para garantizar que unos cuantos millones de personas puedan votar en un mismo día sobre una urna basada en blockchain, se necesitaría montar una infraestructura de computación de coste muy elevando”, indica en Elecciones a través de blockchain, ¿realidad o ficción?
El experto señala que cuando se aumenta el número de nodos, el rendimiento baja. En la práctica, eso implica que para evitar que los costos sean inaccesibles, es preciso limitar el número de participantes, en este caso la cantidad de personas que pueden votar por esta vía. De ese modo, cae uno de los beneficios propuestos por este método: la transparencia.
Por lo demás, ¿son factibles los ataques informáticos que comprometan la privacidad de los datos y los resultados del proceso electoral? De acuerdo a Sarrias Bandrés, “la tecnología blockchain aporta grandes posibilidades para aumentar la transparencia en los procesos electorales, pero un uso inadecuado puede introducir nuevos problemas”.
Como fuere –y tal como viene ocurriendo en las primeras experiencias- la implementación de un sistema semejante para las votaciones no ocurrirá en forma abrupta. Un despliegue progresivo (en principio con poco volumen de votantes) ayudará a examinar la fiabilidad del método, a hacer “docencia” entre los ciudadanos, y a evitar los fracasos empujados por una deficiente puesta en marcha. En ese orden, tal como nota el sitio Bit2Be, las principales barreras de entrada no serían el temor a la manipulación o posibles hackeos sino la falta de infraestructura inicial y la educación ciudadana para su buen uso.
“Sería injusto e irresponsable decir que un formato de elecciones basadas en blockchain no comportaría ningún riesgo. El sistema seguiría presentando vulnerabilidades. Y tampoco podría garantizar la honradez y eficiencia de los candidatos elegidos. La experiencia es necesaria para poder observar los puntos débiles de una estructura basada en la innovación”, cierran.
Fuente: TN
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